Talentoso y multifacético, Guillermo Kuitca fue el más joven de toda una generación de artistas que, a principios de la década de 1980, encontró en la pintura un espacio fértil donde poder explorar la libertad, después de tantos años de dictadura. Tan interesado en la pintura como en el teatro, Kuitca concibió algunas performances y escribió adaptaciones dramáticas, hasta que finalmente integró varias ideas sobre la representación teatral a la pintura. En sus obras las referencias son múltiples y sofisticadas: la guerra, el amor, la libertad y la muerte son algunos de los con- ceptos que se condensan en las camas, un motivo recurrente en su pintura de esos años, presente en Tres noches. El escenario teatral (que también se advierte en esta obra) es otro de sus motivos reiterados. El artista lo utiliza en tres series pictóricas, en las que se presenta como un espacio inestable. La paleta oscura y la pincelada expresivamente imprecisa con que delinea sus peque- ños personajes terminan de configurar una atmósfera potente y angustiante. Con el tiempo, la obra de Kuitca se ha transforma- do, volviéndose menos expresionista y más conceptual. Es, sin lugar a dudas, uno de los artistas más singulares y atractivos de la escena contemporánea.