Estos torreones proceden del coro pétreo policromado que estaba situado en los primeros tramos de la nave mayor de la Catedral hasta su destrucción en el año 1604, cuando se reutilizaron, en su mayor parte como losas de pavimento y gracias a ello se han podido recuperar. Se trata de una representación de los muros de la Jerusalén Celeste a base de arquitecturas de estructura poligonal y almenada, labradas en relieve y rematadas con cubiertas piramidales, en ocasiones con decoracion de escamas de pez y una bola en la parte superior. Las piezas recuperadas se han conservado en buenas condiciones.