El tema del perfil de la ciudad de Sevilla que se refleja en las aguas del río Guadalquivir fue tratado frecuentemente por el artista. En esta obra el encuadre elegido es el de la orilla del río con el conjunto de fachadas y postigos traseros del barrio de Triana -que le da título al lienzo- lugar elegido en numerosas ocasiones, pero que destaca esta vez por lo singular de su gran formato y la elaborada composición de amplia perspectiva.
La personalidad del pintor se manifiesta en esta visión realista del paisaje, de minuciosa y atenta mirada del natural y marcado carácter intimista en la que los motivos populares y pintorescos se enmarcan dentro de una atmósfera de marcado carácter lírico.
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