Se trata de un boceto fundido en bronce que Pablo Serrano presentó para el Concurso para el Monumento al Prisionero político desconocido, convocado por el Institute of Contemporary Art de Londres, cuando todavía estaba afincado en Montevideo. Es una pieza clave dentro de la trayectoria del escultor turolense ya que, aunque no ganó el concurso, le otorgó reconocimiento y visibilidad internacional. Además, será la pieza que marque el futuro rumbo de su carrera, abandonando la escultura figurativa más tradicional que había practicado en Uruguay para abrazar la abstracción con su llegada a España en 1955. Aquí continuará su faceta de escultor proyectos monumentales con la que ya había obtenido reconocimiento en Sudamérica. Hoy en día podemos encontrar sus esculturas públicas en ciudades como Houston, Montevideo, Madrid o Zaragoza, entre otras.