Su estado casi constante de extranjera influyó fuertemente en la poética de Anna Maria Maiolino. Nacida en Italia, de niña emigró a Venezuela, donde vivió hasta los dieciocho años. En 1960 se instaló en Río de Janeiro. Nacionalizada brasileña, en contacto estrecho con el ambiente cultural bahiano y el movimiento neoconcreto se consolidó como artista. A fines de los años 60 se instaló en Nueva York, lo que reavivó su sensación de desarraigo. De regreso en el Brasil, su carrera cobró nuevo impulso. La identidad y la memoria son temas centrales en su trabajo, siempre presentes de un modo sutil. Exploró diversos medios: desde la película Super 8 hasta la cerámica y el grabado. La obra sin título de esta colección pertenece a su serie “Proyectos construidos”, con la que Maiolino compone una suerte de espacio propio. A caballo entre la pintura y la escultura, la ar- tista articula la tinta con el hilo y las líneas con los cortes. El gesto de coser y horadar el papel es doblemente significativo. Apunta, por un lado, a dar entidad de cuerpo a lo que hasta ahora fue mero soporte. Abriga, también, el deseo de conectar aquello que alguna vez escindió la distancia.