Cuando, a fines de la década de 1940, Lygia Clark se trasladó a Río de Janeiro y comenzó a estudiar pintura, la ciudad no era todavía el epicentro del arte de vanguardia en que se convertiría algunos años después. De hecho, la misma Lygia Clark tuvo, en esa transformación, un papel determinante como artista. Proveniente de una acaudalada familia del sur del país, y recientemente separada del padre de sus tres hijos, Clark se instaló en la ciudad carioca y comenzó a tomar clases de pintura con Zélia Salgado y Burle Marx. Ambos eran autores fuertemente implicados en la geometría y el cubismo. De viaje por Europa con sus hijos, a principios de la década de 1950, la artista profundizó en esa línea estética, tomando clases de pintura con Ferdinand Léger. En 1953, de regreso en su país, Lygia fue cofundadora del Grupo Frente, del cual también participaron Iván Serpa y Hélio Oiticica, entre otros destacados artistas, y que se organizó en torno a la figura del célebre crítico Mário Pedrosa. El fuerte cuestionamiento de la representación figurativa condujo a varios de ellos (incluida Lygia) a sumergirse en una obra abstracta, que paulatinamente se fue volviendo menos geométrica y más subjetiva y los llevó a abandonar definitivamente la pintura en favor del objeto tridimensional. Los “Bichos” consisten en objetos metálicos de estructura rígida, pero articulada mediante bisagras, que invitan a la manipulación y modificación por parte del público. Las facetas angulares que los componen dejan ver, todavía, los vestigios de la formación cubista de su autora.