En Paisaje urbano (metafísico) hace una franca alusión a Giorgio de Chirico (1888 – 1978) y a la escuela metafísica, que se distinguió en el aspecto formal por la yuxtaposición de objetos dispares en un mismo escenario, el manejo pronunciado de la perspectiva y el alargamiento de las sombras en el espacio.
El artista titula la obra y aclara entre paréntesis que se trata de un paisaje que sobrepasa lo real, y alude con ello a la tendencia tan presente en los surrealistas. A partir de la apropiación de sus conceptos, traslada de Italia a México un repertorio iconográfico de arcadas y cúpulas que aluden lo mismo a los pasajes florentinos y la Torre Antonelliana de Turín, evocadora de la presencia de Nietzsche, que a los acueductos y templos de una ciudad colonial de nuestro país.
La dimensión de los elementos arquitectónicos reducidos a cuerpos geométricos se ve agigantada en esta pieza perteneciente al museo desde 1994, por la comparación que establece con los pequeños personajes que añade a la escena. En contradicción con las pronunciadas sombras empleadas por el padre de la metafísica, la que proyecta la escalera en este cuadro, resalta por su pequeñez.