A través de esta obra, Pettoruti exploró nuevas formas de expresión plástica. La ciudad de Vallombrosa, situada en el corazón de frondosos bosques que se extienden en la región de Toscana, fue un marco propicio para investigar el problema de la representación de una luz autónoma de lo real, un tópico central en su poética. La estructura del espacio interior de la tela se organiza mediante fuertes líneas oblicuas, que suplen la pérdida de profundidad espacial requerida para la abstracción del natural. La condensación de la luz en planos claros de color puro que se destacan sobre un fondo ocre oscuro genera el efecto visual de imagen quebrada, recompuesta y observada como en un espejo, perceptiblemente desajustada. Ella cobra cohesión mediante la superposición de planos curvos, alusiones lejanas al espesor de la vegetación.