En 1962 Pablo Serrano decide crear una nueva serie, denominada "Hombres-bóveda", evolución de las" Bóvedas para el hombre" que iniciara hacia 1960. Sus reflexiones anteriores acerca del ser humano y su refugio, le llevan ahora a plantearse la unión de dos conceptos, el individuo y el espacio. Realizará esta escultura amasándola inicialmente en arcilla para fundirla posteriormente en bronce. Ahora le interesa diferenciar claramente dos espacios: el exterior, que es mortal, tosco y agreste, una especie de torso humano, y el interior, liso y brillante, metal pulido, que es el espíritu, el alma, donde está la luz, metáfora luminosa del interior de cada hombre y cada mujer.