Aunque con frecuencia se le cita como el creador de la Pintura de Acción o Action Painting, un medio de expresión abstracto, formal e intuitivo, Willem de Kooning solía trabajar partiendo de la realidad que tenía ante sí. Hacia finales de la década de 1950, la proliferación de formas y planos que había caracterizado sus paisajes urbanos abstractos cedió terreno a composiciones más claras y moderadas. Villa Borghese se basa en el encuentro del artista con Roma, donde pasó unos cinco meses entre 1959 y 1960. El conocido parque público de la capital italiana al que alude el título se evoca en este lienzo a través de sus tonalidades mediterráneas. Las amplias zonas de color, pintadas en capas húmedas superpuestas, sugieren correspondencias naturalistas: el amarillo evoca la luz del sol; el azul, el cielo y el agua; y el verde, la hierba y las hojas de las plantas. No obstante, esta obra sería una representación subjetiva, una traducción al lenguaje pictórico de los recuerdos que De Kooning tenía de la Ciudad Eterna.