Del pintor Juan de Sáenz desconocemos gran parte de su vida. Por la inscripción que posee su Dolorosa en la catedral de Aguascalientes, sabemos que fue oriundo de Zacatecas. En ella también consigna ser pro director in regia mexicana carolina academia, es decir, su labor pictórica alcanzó la fundación del Colegio de las Nobles Artes de San Carlos.
La obra presenta en cuatro cartelas de herencia francesa –símbolo del tránsito al Neoclásico– las apariciones marianas. Si leemos en sentido inverso a las manecillas del reloj, en la primera aparición san Juan Diego, asistido por ángeles, entiende el prodigio guadalupano, aunque como explica el investigador Jaime Cuadriello: en un error de apreciación por parte de los pintores se representa a Juan Diego apresurando el paso para esquivar su encuentro con tan gran Señora, que en realidad corresponde en los textos a parte de la tercera aparición, pero debido a que Juan Diego se gira con asombro a ver a la Virgen, algunos artistas pensaron que se trataba de la primera aparición. La Virgen de Guadalupe aparece como la mujer del Apocalipsis, coronada, y en su vientre protege al Salvador. Toda pureza y fertilidad, el exquisito marco dorado y policromado lo reafirma. Tres querubines cobijan a María; la vid es símbolo de la sangre derramada por Cristo.
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