El autor de esta escultura siguió para su realización el modelo de la Santa Imagen de la Virgen de Montserrat, con la que guarda numerosos paralelismos. Si bien es de una medida más pequeña que ésta, tanto la disposición de la figura de la Virgen, sentada en el trono, como la forma ovalada de su rostro con el perfil de la nariz muy bien formado y esbozando una sonrisa serena y afable en sus labios, ponen de manifiesto estas similitudes. Está coronada y sostiene en la mano derecha la esfera, símbolo atávico de la bóveda celestial y de la perfección del cosmos. La esfera también representa, cuando la lleva María, el símbolo de la manzana del Paraíso. María la lleva como símbolo de la nueva Eva, junto con el Niño Jesús venido a la Tierra para redimir a la humanidad del pecado original. Igual que la Virgen de Montserrat responde al estilo románico propio de los talleres de Vic de finales del siglo XII.
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