Placa cerámica con decoración a molde realizada en arcilla color rojo. Cocción oxidante. Presenta forma rectangular vertical. La decoración, situada en una de sus caras, consiste en un motivo central enmarcado en sus laterales y parte superior por una inscripción. Éste es un arco de medio punto, con el fondo gallonado y sostenido por sendas columnas, que enmarca un crismón de tipo constantiniano flanqueado por las letras apocalípticas alfa y omega. Se trata de unas piezas de gran difusión espacial y cronológica, abarcando el Norte de África, Península Ibérica, Francia y Bélgica. El origen de las mismas no está claro, si bien se cree que su elaboración en la Bética sea producto de la influencia norteafricana. De este modo, se encuentran ejemplares en villas tardorromanas en el sur de la Península y se localizan, hasta el momento, dos focos de producción, uno en los alrededores de Ronda (Málaga) y otro en los de Jerez (Cádiz). Los motivos de las placas procedentes de la Bética son variados, dependiendo de su cronología, hay ejemplares con motivos paganos, aunque los más frecuentes suelen ser de simbología cristiana. Se supone su uso como revestimiento de sepulturas, revestimientos parietales, techumbres o exvotos.