A Francesco Guardi se le asocia con las vedute de su tierra natal, Venecia, no obstante su producción contempla una gran variedad de temas. En esta obra se aprecia la pincelada rápida del estilo pictórico de Guardi, al igual que el empleo de manchas en evidente claroscuro. El paisaje arquitectónico enaltece las edificaciones clásicas que tanto orgullo provocaba a los artistas italianos.