En el contexto del Arte Conceptual, Sol LeWitt proponía establecer sistemas lógicos en forma de instrucciones escritas que definieran el resultado de una obra de arte antes de su ejecución. Tradicionalmente, la superficie trabajada de un dibujo se consideraba el componente más personal y directo del proceso creativo de un artista. Sin embargo, en sus dibujos de pared, LeWitt se aseguraba de que el elemento autográfico no apareciera, dejando la ejecución en manos de otros. A pesar de estar basadas en instrucciones impersonales escritas, las superficies murales de LeWitt se convierten en obras visualmente suntuosas. Su carácter decorativo y escenográfico quedan patentes en Mural n.º 831 (Formas geométricas), uno de sus primeros dibujos murales realizados con pintura acrílica, que LeWitt concibió para la sala 208 del Museo Guggenheim Bilbao en su año de apertura, 1997. Aquí, las formas geométricas irregulares de colores vivos se curvan siguiendo la pared inclinada de la sala; así, la obra se fusiona con su entorno arquitectónico y lo transforma.
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