Cuando Camilo José Cela viajó por la Alcarria en 1946 era habitual tener el vino en bota, setenta años después es menos habitual su uso pero sigue siendo un elemento etnográfico. La bota de vino durante el paso del tiempo ha ido sufriendo adaptaciones, al principio de los tiempos no era tal y como la conocemos, eran pellejos u odres los que se confeccionaban de pieles completas, tenían gran tamaño y podían contener hasta 120 litros.