Esta obra responde a ese lenguaje figurativo lírico y cubista que caracterizó a la pintora georgiano-rusa ya en su etapa de transición. Nos presenta a una figura femenina con las proporciones deliberadamente simplificadas, apoyada sobre los codos en un gesto introspectivo, íntimo y melancólico. La paleta presenta colores pasteles, suaves o empolvados, con armonías frías y claras influencias del simbolismo femenino, con esa sensibilidad poética muy próxima al mundo interior.
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