Obra de formato apaisado y bordes recortados concebido a manera de panneau decorativo para su adaptación mediante molduras de yeso en el que se representa a dos mujeres tendidas sobre un mantón enfrentadas entre sí, que se corresponden con las modelos Elisa Muñiz, La Amarantina, a la izquierda, y Elena Pado a la derecha. Por lo demás, se atisba un tratamiento de paisaje de fondo. Desde 1907, con su nueva técnica basada en la mezcla de temple y óleo y presentando a la mujer como simbólica protagonista de sus cuadros, Romero de Torres inicia una trayectoria cargada de éxito, que se catapultaría desde el año siguiente con su gran triunfo en la Exposición Nacional mediante La musa gitana, y no parará ya hasta su muerte. En buena medida, a ello contribuyó también su asentamiento en Madrid a partir de 1916, tras haber obtenido una plaza en la Cátedra de Adorno y Ropajes de la Escuela de San Fernando, lo que le permitirá vivir en el epicentro de la movida intelectual y artística del momento.
Esta obra, fragmentada y sin terminar, encontrada en el antiguo taller de restauraciones del Museo donde el artista pintaba en sus venidas a Córdoba, presenta una iconografía relacionada con la que refleja el cuadro Las Jugadoras, realizado en 1923 con destino a un estanco madrileño de la calle de Alcalá, con cuyo regente el pintor había trabado considerable amistad.