Alfredo Volpi fue un pintor italo-brasileño considerado por la crítica como uno de los artistas más importantes de la segunda generación del modernismo. Una de las características de sus obras son las bandeiritas y los caseríos.
Autodidata, comenzó a pintar en 1911, ejecutando murales decorativos. En seguida, trabajó con óleo sobre madera, consagrándose como maestro utilizador de témpera sobre tela.
Gran colorista, exploró a través de las formas composiciones magníficas, de grand impacto visual. En conjunto con Arcangelo Ianelli y Aldir Mendes de Sousa formó un trío de exímios coloristas.
Trabajó también como pintor-decorador en residéncias de la sociedad paulistana de la época, ejecutando trabajos de decoración artística en paredes y murales. Realizó su primera exposición individual a los 48 años de edad.
En la década de 1950 evolucionó hacia el abstraccionismo geométrico, del que son ejemplos: las series de caseríos y fachadas coloridas, las séries de banderas y mástiles de las fiestas juninas que evolucionan hacia los años 70 a las banderitas en ojiva, en esta fase utiliza generalmente la témpera, preparada por él mismo a fin de poder obtener la textura deseada sobre tela.