Frida: entre la mexicanidad y el socialismo

El historiador Alejandro Rosas explica la influencia de la revolución mexicana en el trabajo de la artista.

De Google Arts & Culture

Por Alejandro Rosas

Frida Kahlo a la edad de 4 años (1911) de Guillermo KahloMuseo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo

Cuando se habla de Frida Kahlo, de inmediato viene una asociación errónea de su obra con la revolución mexicana. Nada más alejado de la realidad, la escencia de Frida no se encuentra en la lucha armada sino en el México que surgió de aquel movimiento.
Tenía casi cuatro años de edad cuando Porfirio Díaz renunció a la presidencia en 1911; estaba por cumplir seis cuando asesinaron a Madero en 1913; tenía siete años cuando las fuerzas constitucionalistas derrotaron a Huerta y ocuparon la ciudad de México en 1914. Frida Kahlo cumplió diez, el mismo año en que se promulgó la nueva Constitución (1917), la que finalmente logró consagrar todos los principios que le habían dado sustento ideológico a la lucha armada.

La revolución mexicana fue como un turbulento sueño que acompañó a Frida durante su infancia. Un fantasma que aparecía y desaparecía en su historia personal y en su historia familiar sin más consecuencias que algo de zozobra e incertidumbre. Una serie de noticias aisladas que rápidamente eran olvidadas ante la problemática cotidiana.

Coyoacán de Propiedad Artística y Literaria, AGNArchivo General de la Nación - México

La casa azul recibió a Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón el 6 de julio de 1907. Por entonces Coyoacán era un pueblo aledaño a la Ciudad de México; un lugar para el descanso y el esparcimiento que no perdió del todo su tranquilidad cuando estalló la revolución en 1910.

Coyoacán parecía el escenario indicado para una infancia feliz. Sin embargo, el dolor y el sufrimiento aparecieron muy temprano en la vida de Frida: en 1913 enfermó de poliomelitis, padecimiento que minó su ánimo y su confianza, sobre todo porque en la escuela sus compañeros la apodaron “Frida pata de palo”. La enfermedad la aisló del mundo exterior; no soportaba las burlas y se inventó una amiga imaginaria que la acompañaba en su dolor. Fue atendida cuidadosamente, pero las secuelas del terrible mal fueron irreversibles. La pierna derecha quedó maltrecha para siempre.

Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos (1932) de Frida KahloDetroit Institute of Arts

Además, la economía familiar se deterioró conforme avanzó la revolución y en varios momentos fue necesario hipotecar la casa, vender muebles e incluso rentar cuartos para poder subsistir. Tiempo después, la pintora recordaría que hacia 1915, presenció varios combates entre zapatistas y carrancistas, cuando las tropas de Zapata merodeaban Coyoacán. “Mi madre –recuerda Frida- abrió las ventanas que daban a la calle de Allende para dar entrada a los zapatistas, y se encargó de que los heridos y los hambrientos saltaran de las ventanas de la casa a la ‘sala de estar’. Ahí los curó y les dio gorditas de maíz, lo único que se podía conseguir de comer durante esos días en Coyoacán...”.

La familia Kahlo vivió la revolución mexicana como la mayor parte de los 15 millones de habitantes que tenía el país en 1910, como testigos, de manera incidental, intentando que su pequeño universo construido desde años atrás se transformara lo menos posible. Al término del movimiento en su etapa armada -1917-, la revolución no tenía ningún significado para Frida –todavía era muy pequeña- y los nombres que luego serían legendarios Madero, Carranza, Villa, Zapata apenas le significaban algo.

Retrato de Frida Kahlo en el patio de su casa en Coyoacán, México (1948 January 24) de Florence ArquinArchives of American Art, Smithsonian Institution

La revolución parió la mexicanidad. Al comenzar la década de 1920, por vez primera en toda su historia independiente, México se vio a sí mismo con claridad; se encontró con sus raíces, con su propia historia, con sus alimentos, con sus aromas y sus colores; con sus rostros, con las distintas tonalidades de piel, con su música, con su folklore, con sus costumbres y tradiciones. Fue un renacimiento nacionalista y el surgimiento de una cultura propia.

Del afrancesamiento porfiriano solo quedaron escombros; desde la Secretaría de Educación Pública, a partir de 1921, José Vasconcelos comenzó una cruzada que tenía como base la mexicanidad y para la cual convocó a escritores, artistas, músicos. Entregó los muros de templos, edificios públicos y escuelas a los pintores para que contaran la historia de México, y las paredes se llenaron de símbolos mexicanos, de la flora y la fauna, de sus volcanes, de sus lagos, de sus cielos, del vestido de la gente, de los tipos raciales y de una particular visión de la historia nacional.

Frida Kahlo descubrió México a partir de 1922, cuando ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, siendo una de las 35 mujeres que pudieron matricularse en la célebre institución. Con la pasión propia de los adolescentes se llenó de esa mexicanidad, de ese nacionalismo que estaba más allá de la revolución mexicana pero que tenía su origen en ella.

Funeral de Frida Kahlo, en la ocasión un estudiante cubrió el ataúd con una bandera comunista, causando un escándalo social (14 de julio de 1954) de Autor no identificadoMuseo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo

Por entonces ni siquiera se imaginaba artista pero no pudo escapar a la vorágine mexicanista que recorría todo el país bajo el gobierno de Álvaro Obregón, y que se manifestaba en todas las áreas del conocimiento y de la educación. No era la revolución la que llamaba a Frida, sino la mexicanidad, la misma que terminó por insertarse en su conciencia.

Diego Rivera con Frida Kahlo en una manifestación del Socorro Rojo, Ciudad de México (20 de noviembre de 1931) de autor no identificadoMuseo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo

Junto a lo mexicano, el pensamiento de Frida -su concepción del mundo-, también se nutrió de una ideología que estaba en su apogeo al inicio de los años veinte: el socialismo. Sus principios gravitaban en México desde unos años antes y varios ideólogos de la revolución mexicana los habían difundido clandestinamente, pero el triunfo de la revolución rusa en 1917 y la creación de la Unión Soviética en 1922 le dieron un impulso definitivo a sus ideas. No fue un azar que el Partido Comunista mexicano se fundara en 1919. No fue un azar tampoco, que en el funeral de Frida, en el Palacio de Bellas Artes en 1954, Diego colocara la bandera del partido comunista encima de su féretro.

Sin imagen

Frida asimiló los principios socialistas -que se fusionaban de una manera casi natural con las ideas nacionalistas de esos años- participando en grupos como los Cachuchas –de la Escuela Nacional Preparatoria- y más adelante, hacia 1927, uniéndose a la Joven Liga Comunista. En adelante, la mexicanidad y el socialismo acompañaron el pensamiento de Frida hasta el final de su vida, también alentado por su intensa relación con Diego Rivera desde que lo conoció en 1928 y quien era comunista de hueso colorado.

Diego y Frida encabezando la Delegación del Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios en la Marcha del 1o. de mayo (1929) de Agustín Víctor CasasolaMuseo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo

Sin embargo, la mexicanidad, el socialismo, algunos atisbos y pinceladas de la revolución mexicana, no fueron la mayor fuente de inspiración de Frida, el origen de su creatividad lo encontró en ella misma a partir de 1925 cuando el autobús donde viajaba para volver a casa fue embestido por un tranvía y su cuerpo fracturado llenó de dolor su vida hasta el final de sus días.

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