Temática muy acorde con el regionalismo estético muy de moda en España, representa a una joven cubierta por un mantón bajo el cual se descubre un vestido amarillo con bordados en negro. Zuloaga utiliza una pincelada suave y delicada, moldeando hábilmente figura y texturas, la gama de colorido es amplia y variada, compensando los tonos cálidos con fríos consiguiendo así un equilibrio entre ambos.
La presencia de Zuloaga en Aragón fue un catalizador artístico de primera magnitud, siendo uno de sus principales objetivos la recuperación del recuerdo de Goya.