Anticoli Corrado, fue uno de los lugares italianos de inspiración del pintor siendo escenario de muchas de sus pinturas. En este caso el espacio elegido es la plaza del pueblo en donde se representa una escena costumbrista; las protagonistas son un rebaño de cabras que son observadas por un grupo de mujeres y niños que prestan su atención en el ordeño de una de ellas. Obra ya de madurez, destaca la luz que lo invade todo, el vivo colorido y el juego de sombras que configuran una composición armoniosa. La pincelada es suelta, pequeña y empastada siguiendo el estilo de Fortuny y de los preimpresionistas italianos.