El rey de Mallorca, Jaume II, no recibió sepultura digna tras su muerte, en 1311. Más de cuatro siglos después, el rey Carlos III de España encargó el presente monumento para acoger los restos del rey mallorquín. Éste fue utilizado hasta mediados del siglo XX, cuando el escultor Frederic Marès realizó una nueva sepultura, en la que descansa actualmente en la Catedral de Mallorca.
El sepulcro está decorado con patas de león, corona y espada, símbolos de la monarquía. En los laterales hay inscripciones a cada lado que exaltan la figura del rey Jaume II y del rey Carlos III.
El arquitecto italiano Francesco Sabatini estuvo al servicio de la Casa Real Española en el siglo XVIII.
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