Taironas

Arquitectos sostenibles (1800 a 400 AP)

La parte noroccidental de la Sierra Nevada de Santa Marta fue habitada durante los períodos Nahuange y Tairona por grupos de orfebres, artesanos y constructores de ciudades de piedra.

Hace 1800 años, los predecesores de los taironas comenzaron a poblar las tierras bajas de la Sierra, iniciando un complejo proceso de modificación del paisaje, que los llevó a construir muros de piedra para sostener las plataformas circulares de vivienda.

800 años después los descendientes de estos pueblos fueron colonizando las caras norte y occidental de la Sierra,  aplicando sus amplios conocimientos arquitectónicos y de ingeniería.

Y hace 500 años contaban con centenares de centros urbanos en este amplio territorio, especializándose en la manufactura de diversos productos.

La cerámica presenta dos grupos bien diferenciados, la de color crema de posible uso doméstico y la de color negra, de eventual uso ritual.

Iconográficamente se destaca la imagen del murciélago, representado en la cerámica, las máscaras de las figuras de oro y en los colgantes de piedra.

El murciélago tiene amplias simbologías en la sociedad Tairona, ya que es un mamífero que puede volar, y aun cuando es ciego puede ejercer su vuelo en la oscuridad.

Algunas de estas características transforman la imagen del murciélago en una representación sagrada. Es por eso que el líder religioso, un hombre transformado en un murciélago, fue representado en múltiples objetos.

Los Tairona tenían una organización sociopolítica compleja, donde el conocimiento avanzado de la ingeniería y de la arquitectura se refleja en los restos de las grandes obras líticas, de la agricultura, de los caminos, de los muros de contención, de las escaleras y los puentes.

La práctica del tejido fue ampliamente explorada en este territorio. El Algodón fue hilado usando volantes de huso de piedra grabada o en cerámica, y el hilo resultante se utilizó para hacer mantas, gorras, mochilas y redes.

La conquista española les llevó al paulatino abandono de sus asentamientos, aunque los invasores nunca llegaron a colonizar la Sierra, debido a la aguerrida resistencia Tairona.

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