Durante los años de su formación en Europa, al principiar la última década del siglo XIX, Ruelas se familiarizó con la obra del pintor y grabador belga Félicien Rops, de quien más adelante tomaría algunas ideas y motivos visuales para darles una inflexión propia. Entre ellos, el de la cortesana desnuda, engalanada con un gran sombrero y con las piernas enfundadas en unas medias negras, a la que un cerdo le sirve de guía, y que Rops trazó en una estampa titulada Pornokrates (1896), muy posiblemente inspirada en un texto de Pierre-Joséph Proudhon publicado a mediados del siglo XIX: La Pornocratie, ou les Femmes dans les temps moderns. En un simbólico jardín y a la sombra de un árbol, una tentadora está de pie, Circe o Eva, vestida a la moderna con sombrero canotier, chapines y medias negras. Igual que una domadora de circo, empuña un látigo con el que regula y dirige el movimiento de un cerdo que da vueltas a lo largo de una vereda elíptica. Un simio, montado en una piedra a la vera del camino, justo arriba del cerdo, observa el espectáculo. Ambas criaturas tienen una larga tradición emblemática: el mono simboliza el vicio, mientras que el cerdo representa la voracidad, la avidez y la lujuria (apenas devora una bellota y ya se afana por tragarse la que sigue). La relación de ambos animales con la lascivia, y su ronda perenne en torno a la dominatrix, aluden simbólicamente a la esclavitud en la carne: un estadio instintivo, de confusión con la materia, que provocaba particular recelo en la sensibilidad masculina finisecular.