Como consecuencia de la teoría estética de su tiempo, la obra de Romero Barros se mantuvo siempre al margen de géneros como el de la pintura religiosa, el de historia o el orientalista, quedando centrada, fundamentalmente, en el paisaje, las costumbres, el retrato y, en menor medida, el bodegón. Supone esta obra la única orientalista que el artista realiza, firmándola en su condición de Pintor de la Real Cámara, título que le fuera otorgado por Alfonso XII en 1877. Pudiera tratarse de la obra "Un recuerdo de África", que presentara a la exposición de Jaén de 1878.
Pudo influir en una leyenda escrita por él mismo y ambientada en la Córdoba del siglo X a la que tituló Zaida, leyenda árabe, donde narra la romántica victoria del amor sobre la muerte y, a cuya imaginaria protagonista, sitúa a la hora del alba en la desesperanzada soledad y melancolía de un amor no correspondido.