Santiago Rusiñol se convierte en uno de los pintores paisajistas más importantes del cambio de siglo. A partir de 1896, y tras un amplio contacto con la pintura parisina, especialmente con el impresionismo, regresa a España e inicia una serie de viajes por todo el país pintado obras inspiradas en jardines, que alcanzan un elevado refinamiento. Es seguramente el más sensible y el más poético de los paisajistas españoles.Viaja a Granada hasta en tres diferentes ocasiones y establece importantes lazos con los intelectuales y artistas locales.En marzo de 1898, visita la cercana localidad de Víznar junto a los pintores granadinos José Ruiz de Almodóvar y Mariano Bertuchi. Allí conoce el Palacio del Cuzco, construido por el arzobispo Juan Manuel Moscoso y Peralta, que fue obispo de esa ciudad de Perú y murió siendo arzobispo de Granada en 1811.En este palacio Rusiñol redescubre la pasión por el jardín abandonado como tema simbolista. Realiza hasta cinco cuadros del palacio y sus jardines, serie a la que pertenece esta obra.Pero este jardín abandonado suscita en Rusiñol un interés mayor que le lleva a escribir una obra de teatro titulada Jardín abandonado publicada en 1900. Así describe una de las localizaciones:"La escena representa un jardín descuidado, un jardín clásico, con plantas nobles, enfermizas por el descuido, y conservando el sello de distinción que no tienen los jardines improvisados, un jardín con pátina de vejez…"Esta descripción es la evocación de un jardín donde la naturaleza y la ruina se convierten en símbolos de la melancolía y la soledad, atributos del pensamiento simbolista en el que militaba Rusiñol.Su interés por los jardines -el rey Alfonso XIII llegó a nombrarlo jardinero mayor para que entrara y saliera de ellos con absoluta libertad-, culmina en la publicación en 1903 del álbum Jardines de España, al que pondría música Manuel de Falla con sus Noches en los jardines de España.