La paleta de Kandinsky se oscureció en este gran lienzo de principios de 1942. Las dos formas triangulares de grandes dimensiones descansan en la fragilidad de su ángulo más agudo, pero sus extremos superior e inferior están sujetos por pequeños triángulos elásticos, de ahí el título de la obra, Accord réciproque (Acordes recíprocos). El cuadro, pintado con tonalidades frías acentuadas por el efecto esmaltado de pintura Ripolin, parece evocar el canto del cisne de un artista que quiere imponer su singularidad. Tras su muerte, Nina eligió esta magnífica composición binaria para colocarla detrás del cuerpo del artista, expuesto en un ataúd abierto en su taller, como marcaba la tradición rusa.