Pintado en el verano de 1915 en Valencia, en el mismo momento en que realiza las Pescadoras valencianas, muestra a una mujer sosteniendo en brazos a un niño desnudo al que envuelve en una tela blanca. La escena y el argumento sencillos permitían a Sorolla atraer todo el interés sobre la ejecución formal de la pintura. El tema de la salida del baño y la aparición de telas blancas con las que experimentar con la luz y el color se hicieron frecuentes en la producción del pintor, quien hizo numerosas versiones, animado por la buena acogida que el asunto suscitaba, pero también por el interés visual que el tema le brindaba, al ofrecer en una misma escena trozos de luz deslumbrante junto a otros de luz tamizada por las telas, brillos y reflejos sobre el agua y las pieles mojadas, y efectos espectaculares de color sobre los blancos, donde la mirada de Sorolla descubre azules, amarillos, verdes y malvas.