Hallado casualmente en febrero de 1920, está compuesto por un brasero, al menos dos vasos de plata, un espejo de bronce, una jarra de vidrio con jeroglíficos, así comoun conjunto de piezas de oro. Las técnicas de fabricación empleadas son heredadas de los colonizadores fenicios.
La mayoría de las piezas serían fabricadas en un taller peninsular en el que trabajarían artesanos fenicios e indígenas o sólo indígenas que hubieran estado anteriormente en contacto con los colonizadores. Se fabrica, además, un nuevo tipo de joya: la diadema de extremos triangulares. Los motivos ornamentales de las piezas áureas nos remiten a un origen oriental.
De taller fenicio destaca el colgante con sello giratorio con la representación de dos divinidades afrontadas y entronizadas. Este es uno de los escarabeos fenicios más antiguos hallados en la Península Ibérica y se enmarca dentro de la tradición iconográfica egipcia.
El conjunto pudo formar parte del ajuar funerario de un túmulo orientalizante o bien constituir el ajuar ritual de un centro religioso indígena.