Una ciudad como Vic, con una catedral y una sede episcopal tan importantes, debía de tener en el siglo XV varios talleres de pintores en los que se realizaban los encargos para las iglesias de la ciudad o del Obispado. Uno de estos pintores del que se tiene constancia de su actividad en Vic a principios del siglo XV es «Nicolau Verdera», del que Gudiol i Ricart sugirió la posibilidad de que fuera el autor de una serie de obras anónimas procedentes de Osona y el Bages, que presentan una gran afinidad estilística y que se conservan en gran parte en el Museo Episcopal. La obra más importante de este grupo es el retablo dedicado a santa Margarita proveniente de la iglesia de Santa Creu de Fonollosa con escenas dedicadas a la vida de la santa. Su arte presenta el uso de una paleta de colores muy variada y contrastada que lo aleja de los colores pasteles propios del estilo italogótico, y lo acerca al mundo del gótico internacional introducido por Lluís Borrassà. Hay también una voluntad de representar la realidad con más veracidad.