La muerte de Lluís Borrassà en 1425 coincide prácticamente con el inicio de la actividad artística de Bernat Martorell quien, desde su taller de Barcelona, introducirá las novedades estilísticas de la segunda etapa del arte gótico internacional que estará vigente en Cataluña durante todo el segundo cuarto del siglo XV. La presencia de artistas florentinos en la ciudad de Barcelona durante los años treinta, así como la fuerte influencia que ejerció el pintor Van Eyck y la pintura flamenca en la época final de su producción artística, permite relacionar su estilo con el arte gótico internacional de su época. La principal novedad aportada por Bernat Martorell consiste en haber abandonado el exceso de movimientos, de gestos y de colores contrastados de las composiciones escénicas de los pintores de la generación anterior para introducir un clima más sereno, armónico y equilibrado. El humanismo incipiente que se empezaba a imponer en la cultura europea de la época se ve reflejado en la pintura de Martorell en la manera como trata los rostros de las figuras. Por primera vez aparecen personajes con rasgos psicológicos individualizados con rostros que reflejan una belleza humana diferente de aquella belleza idealizada del mundo italogótico del trescientos. El pequeño retablo de santa Magdalena de Perella con escenas de la vida de la santa corresponde a la última etapa productiva de Martorell, que contó con la participación de varios colaboradores dentro de su taller. El dominio técnico de la iluminación de manuscritos se pone de manifiesto en el detallismo minucioso con que está tratado el paisaje de la escena de la Asunción de María Magdalena, que guarda similitudes con el paisaje del compartimento de la predela con la Predicación del Bautista proveniente de la Catedral de Vic.
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