En este colgante con la representación de un animal acuático con rostro humano se palpa el ambiente lacustre y ribereño de las Llanuras del Caribe y de la Serranía de San Jacinto en el norte de Colombia. Durante el periodo tardío, es decir con posterioridad al 1000 d.C., las poblaciones de las llanuras y la serranía, emparentadas de alguna manera con los anteriores zenúes, manifestaron sus diferencias culturales con aquellos, entre otras cosas, a través de la tecnología metalúrgica utilizada para la elaboración de los adornos que los representaban: los orfebres del periodo tardío usaron aleaciones de tumbaga muy ricas en cobre y se esmeraron por dorar las superficies mediante el dorado por oxidación.
Estas poblaciones vivían en medio de lagunas, ríos y caños y aprovechaban las inundaciones anuales para su propio beneficio en la agricultura, la caza, la pesca y el transporte. Su forma de vida anfibia queda patente en este colgante con el cuerpo de algún tipo de crustáceo similar a una langosta, con ocho aletas natatorias o pleápodos más la cola que en este ejemplar está fragmentada y en otros toma la forma de abanico. Como en general los anfibios, esta pieza es absolutamente simétrica. Remata en una cabeza humana con rostro de expresión neutra adornado con un tocado de plumas simulado por una bifurcación que se sostiene gracias a una banda tejida que le rodea la cabeza. Suspendido al cuello de una persona, este tipo de imagen tal vez representaría un ser mitológico vinculado con el medio ambiente, la historia y pensamiento religioso de la gente de las Llanuras del Caribe. JSS
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