Los “tunjos” son figuritas de metal hechas por los antiguos muiscas para utilizarlas como ofrendas, tal vez para pedir o agradecer favores a los dioses, tal vez para reparar el equilibrio del mundo dentro de una concepción dualista del cosmos: si hay mucha sequía, por ejemplo, es porque el mundo está muy solar y masculino: hace falta entonces ofrendar un elemento femenino (cobre, sangre menstrual, una rana) en un lugar masculino (una cumbre); si sufrimos inundaciones, la ofrenda sería de algo masculino (oro, semen, un ave) en un lugar femenino (una cueva, una quebrada, una laguna). La religión muisca, como la de los uwa, los kogui y numerosos grupos indígenas de la Colombia de hoy, se preocupaba por mantener la vida en nuestro mundo mediante el equilibrio de fuerzas opuestas y complementarias, femeninas y masculinas, y mediante el concepto de “preservación de la semilla”. EL