Pintado en Valencia durante el verano de 1909. El retratado es Antonio García Peris, suegro de Joaquín Sorolla y destacado fotógrafo valenciano, que ejerció una influencia trascendental en la vida del pintor, tanto a nivel personal como artístico. El retrato es un verdadero homenaje a don Antonio, a quien representa elegantemente vestido con un veraniego traje blanco, bastón y canotier. Típica de Sorolla es la elección de la actitud totalmente natural del retratado, que no posa y parece ignorar que le están pintando; y la iluminación a contraluz, así como la riqueza de los blancos, donde Sorolla despliega su extraordinaria capacidad para captar matices de color. Se conservan fotografías en las que se observa al pintor trabajando en esta obra.