En las campañas de excavación arqueológica realizadas en 1973 por José María Blázquez en el túmulo de los Higuerones se documentaron empedrados de herencia oriental, con cenefas de guijarros rodeando el cadáver incinerado que parecen un fenómeno exclusivo de la Península Ibérica. Su sentido debe estar relacionado con delimitar la tumba como área sacra.