La dulcería poblana tuvo su origen en los conventos femeninos novohispanos, donde pequeñas sociedades y etnias encontraron un lugar común en las cocinas. Así lo que después se convertiría en la dulcería nacional de México bebió primero de fuentes andaluzas y árabes antes de incorporar ingredientes mesoamericanos y lanzarse a conquistar las calles y paladares de todo el país.