Arcones, baúles y cajas fueron muebles indispensables en los ajuares domésticos virreinales y decimonónicos. Los mejores ejemplos de esta clase de mobiliario (muebles para guardar) fueron considerados por su complicada técnica, belleza y maestría en el oficio para ser regalados, por motivos especiales, a miembros de las familias acomodadas. Recuérdese, por ejemplo, los arcones de boda de Olinalá, Guerrero, hechos en laca, y los de marquetería que proceden de Santa María del Río, en San Luis Potosí, que recurren a la utilización de maderas embutidas contrastantes.
En el siglo XIX, los de esta última población, fueron decorados con motivos de la historia patria, banderas, águilas, vistas de ciudades, de propiedades, etcétera. Por lo general, cuando se trata de regalos, ostentan anagramas con las iniciales del nombre del propietario o leyendas que dan cuenta del obsequio. Tal es el caso de este arcón. Una inscripción refiere tal acto: “Obsequio que hace Ignacio Pérez a su exelente (sic) amigo y fino hermano el Gral. G. L.”, además de las palabras: “Libertad”, “Orden” y “Progreso”. Por lo general, las piezas de Santa María del Río muestran multitud de flores y guías vegetales. El arcón descansa sobre una base con faldón y patas cabriolé. En las esquinas superiores se colocaron ondulantes motivos de madera tallada para hacer al mueble aún más rico. Los tiradores de la tapa superior fueron hechos con torno.
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