Escena de Inquisición desarrollada sobre un fondo totalmente oscuro, únicamente iluminado por un foco de luz blanca en el ángulo superior izquierdo. En el centro de la composición, destaca la figura de un hombre vestido con túnica blanca y coronado con alta coroza blanca de franjas rojas. El reo inclina la cabeza y cruza las manos atadas sobre el regazo, a la espera de ser ajusticiado, sobre un cadalso de madera. A los pies del condenado una serie de personajes populares, majos y manolas, completan la escena.
Se trata de una obra de intenso dramatismo conseguido mediante los fuertes contrastes lumínicos y la expresión del rostro de sumisión del reo. Los personajes secundarios aparecen esbozados mediante el empleo de manchas.
El costumbrismo romántico de la escuela madrileña se tiñe de dramatismo y crítica. Con esta obra, una vez más, Lucas rinde tributo a Francisco de Goya. De hecho, Lucas fue nombrado en 1855, tasador de las "Pinturas Negras" de la Quinta del Sordo del aragonés. Goya criticó abiertamente la Inquisición y sus métodos, ya que ésta permanecía todavía activa en la época del genio de Fuendetodos, siendo abolido el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por Real Decreto en 1834, bajo el ministerio de Martínez de la Rosa en la regencia de María Cristina, ya en tiempos de Lucas. Anteriormente, el emperador Napoleón intentó abolir la Inquisición durante la Guerra de la Independencia, pero esta medida no se hizo totalmente efectiva hasta dos décadas después.
El pintor realizó multitud de versiones sobre temas de la Inquisición, destacando sobremanera: "El agarrotado" (Museo del Romanticismo, Inv. CE0029) y "Escena de la Inquisición" (Museo del Romanticismo, Inv. CE0050). Esta tabla constituye una novedad en la producción pictórica de Lucas, ya que presenta formas más definidas y un dibujo más acabado de lo que es habitual en su obra.