"Usted puede vestir en España como mejor le parezca, faltaría más. No le vamos a exigir que vaya incómodo para visitar dos museos, tres iglesias, cinco monumentos, un parque y veinte calles en una mañana. Pero llamará muy gratamente la atención si, para bajar al comedor del hotel, ir al teatro o asistir a una discoteca, abandona momentáneamente el uniforme de turista, y se pone ropas similar a las que usaría en casa con idénticos propósitos. Las autoridades eclesiásticas le pedirán que, cuando visite los templos, su vestimenta sea acorde con el respeto que merece, sin duda, un lugar donde la belleza está destinada a honrar a su Creador. No crea en esas leyendas de que aquí montamos un auto de fe para quemar a los que andan por la ciudad en bermudas o a los que se ponen bochornosos bikinis en la playa. Ambos usos están muy extendidos en casi todos los lugares de veraneo españoles." - Máximo.