El conjunto de la composición, que contribuye a una cierta desestabilización, no tiene ninguna vinculación con el mundo material y parte de una mancha de color rojo pintada sobre el plano y perfectamente definida. Esta mancha hace referencia al rincón rojo de las isbas (viviendas rurales rusas), donde se colocan los iconos protectores.
Los colores tienen distintos grosores y profundidades, flotan unos frente a otros, y en algunas partes están tapados por líneas muy gráficas negras y de color que convergen. El doble arco trapezoide de la parte superior del cuadro conecta dos puntos de fuga esenciales: la mancha roja que da la impresión de querer convertirse en círculo (algo que posteriormente sería característico de la obra de Kandinsky) y una explosión de formas de color sobre un fondo negro.