Desde tiempos muy antiguos, los biombos, muebles de origen asiático, fueron producidos tanto en Corea como en China y Japón. A la Nueva España se trajeron “biombos dorados” chinos, desde, por lo menos, 1598. Por más de 250 años, la Nao de China, o Galeón de Manila, se encargó de hacer llegar al virreinato multitud de estos ejemplos. Los bio-bu, palabra japonesa que significa “protección contra el viento”, fueron considerados muebles de lujo extremo. Se cuenta también con registros de biombos japoneses desde el siglo XVII (antes de 1638). Los exportados a Occidente fueron piezas muy codiciadas y se trató de productos artísticos para un mercado no asiático.
En Nueva España, esta clase de muebles se adaptaron, creándose en consecuencia una producción local con pintura occidental; los textiles de las hojas fueron por lo general de lino europeo, aunque también los hay de maque. En las hojas de los biombos se representaron escenas mitológicas, galantes, de paseos, de vistas de ciudades, de escenas de montería, de entradas de virreyes, de consejos morales, etcétera. Es decir, los temas propios “de la Tierra”, inundaron las superficies de los biombos; a veces tienen dos haces o caras. Destacan temas como: vistas del paseo de Iztacalco, vistas de la Alameda, representaciones del palacio de los virreyes y la Plaza Mayor de México, los cuatro elementos, las artes liberales, Diana y el jabalí de Caledonia, las musas del Parnaso, etcétera.
A la vez que dividían los espacios interiores de las casas, los biombos permitían mostrar la alta cultura de sus dueños, a través de mensajes eruditos de carácter didáctico. Hubo dos tipos de biombos, los de cama y los de estrado (rodastrados). Los primeros eran más altos, en tanto que los de estrado, más bajos, servían para rodear a ese espacio durante las reuniones que hacían las damas del virreinato en sus casas. El biombo que se comenta, seguramente hecho en Cantón en el siglo XIX, despliega una escena palaciega, a manera de huerto cerrado, tema recurrente en esta clase de muebles. Multitud de personajes se deleitan en los paradisíacos espacios de la corte. Se compone de doce tablas de madera laqueada. En la parte baja hay cuadretes que incluyen animales, en la alta hay representaciones de flores (cerezos en flor, crisantemos y peonías). Por lo que toca a las bisagras de metal que unen las hojas, el mueble conserva las originales.
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