Este biombo perteneció al agustino Payo Enríquez de Rivera (Sevilla, España, 1622–Amavida, España 1684), arzobispo de la Ciudad de México (1668-1681) y virrey de la Nueva España (1673–1680). Su interés por la literatura clásica, las artes, la filosofía y la teología motivaron la creación del proyecto iconográfico de esta obra, la cual aborda el binomio naturaleza/arte. Aunque se conserva poco menos de la mitad de todo el biombo, es posible aproximarse a los conceptos que conformaron su totalidad.
La cara del biombo dedicada a la naturaleza luce dos carros triunfales que alegorizan a los elementos Tierra y Aire. El primero es conducido por Apolo o Faetón, es tirado por bueyes y lleva a una mujer que personifica al verano, con espigas y frutos, y a otra que representa al elemento Tierra. El carro del viento es tirado por águilas, lo conduce la ninfa Cloris, que aparece como la primavera, y es acompañada por el viento Bóreas. Para esta composición, Correa partió de grabados hechos por Anton II Wierix (Amberes, Flandes [hoy Bélgica], ca.1552–ca.1604). Las hojas correspondientes al Agua y al Fuego están perdidas. Además, los cuatro carros convergían en un gran árbol, cuyo fragmento se logra distinguir en el biombo.
En la otra cara fueron plasmadas las artes liberales, que eran siete disciplinas intelectuales organizadas en dos grupos: el Trivium integrado por gramática, retórica y dialéctica, y el Quadrivium conformado por aritmética, geometría, astronomía y música. Correa representó a las artes como mujeres revestidas con atributos y emblemas que permiten identificarlas; sin embargo, sólo se conservan 5 de ellas. Gracias a estudios recientes se piensa que además de las dos artes liberales faltantes (dialéctica y música), el autor también incluyó a la pintura, la escultura y la arquitectura. De acuerdo con las filacterias (inscripciones) que conserva el biombo, las diez artes convergían en una fuente donde estaban las musas y, probablemente, Apolo y Minerva.