Este pectoral que retoma las formas redondas de los senos femeninos, martillado y repujado en oro de alta ley, fue fabricado por un orfebre del curso medio del río San Jorge en las Llanuras del Caribe. Este orfebre era sin duda un maestro en su arte: las líneas que delimitan las circunferencias están perfectamente pulidas, así como todo el contorno. Los orificios centrales que permitían suspender el pectoral al cuello de un alto personaje fueron hechos seguramente con herramientas puntiagudas de madera o de piedra muy pulida que garantizaron círculos perfectos y la redondez de sus bordes.
Este tipo de pectorales fueron enterrados junto con sus dueños bajo la redondez de los túmulos funerarios del Zenú. Los adornos de oro eran símbolo del poder sagrado de los dirigentes y de su capacidad de convocar a la comunidad al dirigir ceremonias y rituales, así como el trabajo en los extensos campos de cultivo con tecnología de drenaje. Los pectorales mamiformes no debieron ser usados solamente por las mujeres que ocupaban cargos religiosos destacados, sino también por los caciques masculinos, dentro de su interés por propiciar la fertilidad agrícola y humana; posiblemente al usar estos adornos podrían adquirir, en pensamiento, las cualidades simbólicas y biológicas propias de la mujer. JSS