Este pectoral de tumbaga dorada de delicada factura tiene el característico estilo de la orfebrería Tairona, cargado de elementos simbólicos estandarizados. El ave de prominente pico tiene su cuerpo encogido, las alas pegadas al cuerpo y en sus garras una serpiente de dos cabezas, como las que llevan a la cintura los “caciques” retratados en otros pectorales. La lámina recortada sobre la que está adosada tiene también la forma de un ave, con cola y alas desplegadas en actitud de vuelo. Se reconocen otras figuras zoomorfas esquematizadas, probablemente también de aves. Este adorno colgaba al pecho de un personaje destacado de la sociedad tairona en los últimos siglos antes de la conquista europea en 1500. Llevar aves al pecho era ya para entonces una costumbre muy antigua, tanto o casi tanto como la de usar los caciques adornos de oro. Desde su descubrimiento hacia 2500 a.C. en los Andes centrales, la orfebrería se expandió rápidamente por buena parte de la América precolombina no como un indicativo de riqueza, sino como marca del poder sagrado, de origen divino, de los gobernantes. Las aves son un símbolo cosmológico que comparten infinidad de sociedades amerindias del pasado y del presente, no solamente las que usaron orfebrería. En un cosmos imaginado como de niveles superpuestos, las aves permiten volar hacia los niveles superiores para negociar y obtener los poderes de éstos, con frecuencia solares y masculinos; las serpientes y otros animales comunican con los mundos de abajo, húmedos y femeninos, con poderes complementarios de fertilidad que garantizan el equilibrio y la continuidad de la vida en nuestro mundo. EL
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