Pectoral en forma de hombre-murciélago

Este personaje frecuente en la orfebrería tairona es sin duda la representación de un cacique o sacerdote. Su aspecto es imponente y hasta podría producir temor. La sociedad tairona estuvo regida por una poderosa élite de chamanes y, tal vez, el más destacado de todos era aquel que por sus cualidades, aptitudes, conocimiento y sabiduría era reconocido como hombre-murciélago. Vaciado a la cera perdida en tumbaga y posteriormente dorado superficialmente, este pectoral muestra un personaje adornado con un vistoso tocado de plumas representado majestuosamente mediante diseños geométricos en filigrana, hilos paralelos y placas laterales a manera de cabezas de ave; lleva adicionalmente sobre la cabeza dos aves de picos pronunciados. Plumas y aves parecen estar dispuestos sobre una diadema con visera que le da un poco de sombra a los ojos y que lleva dos pequeñas prolongaciones con forma de hongo. El tabique nasal aparece deformado para dejar pasar una nariguera de doble cilindro y de la quijada emerge una protuberancia, un adorno sublabial como los que los taironas hicieron de piedra o metal. Estos adornos faciales le cambiaban la apariencia y la personalidad al hombre para convertirlo así en hombre-murciélago. Las prolongaciones de la diadema simularían los tragus del murciélago, y la nariz y quijada deformadas se relacionarían asimismo con características físicas de algunas especies de quirópteros. Estas deformaciones irreversibles demostrarían a los ojos del resto de la sociedad la consagración definitiva y eterna de una persona como dirigente espiritual de la comunidad.

El hombre está desnudo excepto por un cinturón o franja tejida formada por hilos entorchados en direcciones contrarias que terminan en ambos extremos en espirales. Como otras ocasiones los remates espirales son reemplazados por cabezas de serpiente es probable que éstos sean una esquematización de la lengua bífida que caracteriza a las serpientes. El murciélago y las serpientes son para las comunidades indígenas que hoy habitan la Sierra Nevada de Santa Marta poderosos símbolos del mundo de abajo, la mitad femenina del cosmos. Sin duda un personaje como el que retrata este pectoral sería muy respetado cuando con su enorme tocado y el brillo de sus adornos de orfebrería se mostrara junto a los templos, en las altas terrazas de la Ciudad Perdida u otra ciudad escalonada de los taironas. JSS