Este entierro de Cristo se resuelve como una composición cerrada en torno al sepulcro sobre el que descansa el cuerpo yacente de Jesús, que depositan, ayudados con una sábana, José de Arimatea y Nicodemo, dispuestos en los dos extremos. Centradas, aparecen María y las Santas Mujeres.
El dramatismo y la expresividad en los rostros y actitudes, conecta al maestro con las más puras formas borgoñonas. Sobre el frente del sepulcro aparecen los símbolos pasionarios, y el naturalismo se deja sentir en las flores de cardo que enmarcan una filacteria con la firma del autor.
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