Este grupo escultórico ha sido atribuido a artistas de diferentes procedencias como Becerra, Berruguete, Bigarny o Torrigiano, aunque se trata sin duda de una obra maestra de las realizadas por artistas italianos en España. Desde 1926 está considerada obra de Jacopo Torni, conocido en España como Jacobo Florentino. Procede de la Iglesia de San Jerónimo, en la que presumiblemente formaba parte del mausoleo del Gran Capitán. El hecho de que las figuras laterales y el relieve central estén ahuecados en su parte posterior y que algunas cabezas se desmarquen de la alineación del cuerpo para mostrarse frontalmente, indica que fue concebido para estar colocado en alto, adosado a un muro donde se debía construir un retablo, que años más tarde los descendientes del Gran Capitán encargaron a Juan de Aragón.Jacopo Torni, uno de los muchos artífices italianos que se trasladaron a Granada atraídos por la multitud de encargos que se hicieron en esta etapa, fue discípulo de Domenico Ghirlandaio, colaborador de Pinturicchio en Roma y amigo de Miguel Ángel. Su estancia en Roma coincidió con el descubrimiento de la escultura grecorromana del Laocoonte que conmocionó el panorama artístico de la Italia del quinientos. Su fuerte influjo queda patente en las expresiones de dolor de José de Arimatea y San Juan Evangelista que contrastan con la contención del resto de los personajes.La composición de este entierro es cerrada, en forma de óvalo y sus personajes quedan perfectamente trabados unos con otros, configurando un grupo muy equilibrado. José de Arimatea y Nicodemo introducen el cuerpo de Cristo sobre una sábana en un sarcófago, decorado con una cuidada talla de grutescos y candelieri que nos vuelve a poner esta obra en relación con el arte italiano de mayor calidad. La Virgen María, el apóstol Juan, María Magdalena y otra de las Marías conforman el grupo de dolientes que acompañan al cadáver.La policromía, realizada por Alonso de Salamanca, juega un papel esencial en un grupo dominado por elementos de la escultura clásica. Destaca sobremanera la utilización del dorado, que de forma original se aprecia en el cabello de la Magdalena y que además caracteriza la propia vestimenta, o realza detalles decorativos del sarcófago o del atuendo de los distintos personajes.