Calvary

La obra representa un Calvario presidido por la imagen de un Crucificado de tres clavos, con la calavera a los pies, flanqueado a izquierda y derecha por María en actitud implorante y San Juan llorando. Tras la cruz, se aprecia un paisaje compuesto por una ciudadela amurallada. La representación de la escena a la hora del crepúsculo, la honda emoción de los rostros de la Virgen, que gira su cara recorrida por las lágrimas al espectador, y de San Juan, que enjuga las propias con un amplio pañuelo, y la sobria y equilibrada composición dotan al cuadro de un dolor íntimo y cercano, consiguiendo el pintor una escena de gran sentido dramático, que ha sido relacionada con la pintura flamenca del siglo XV . De hecho, los vínculos de esta obra con el arte europeo han sido puestos de manifiesto al hacerse notar cómo Castillo se basa en dos estampas de Johannes Sadeler I sobre composiciones de Martin de Vos de las que toma la distribución de las masas, el paisaje arquitectónico de fondo, así como los detalles de las estacas que fijan la cruz al suelo y la calavera y la tibia al pie de la misma.
Por otro lado, el acentuado dibujo y el carácter sólido y monumental de las figuras, revestidas con amplias telas -cuyo quebrado se ha puesto en relación con el hacer de Zurbarán- y recortadas sobre un fondo oscuro, dotan al cuadro de un marcado sentido escultórico. Todos estos rasgos adquirirían toda su significación en el emplazamiento original de la obra, en donde ejemplificaba perfectamente la rotundidad y la infabilidad de la fe.
Con toda probabilidad, la obra fue pintada hacia 1649 y con posterioridad a su matrimonio con María Magdalena Valdés, a quien se dice que tomó como modelo para la Virgen, y su realización se ha puesto en relación con la epidemia de peste que azotó la ciudad en ese mismo año. No obstante, parece fuera de toda duda que el llamado Calvario de la Inquisición fue ejecutado durante su segundo matrimonio, entre 1649 y 1652, aunque, debido a una confusión, durante un tiempo, se dijo que la obra estaba fechada y firmada . Sin duda, esta obra fue una de las que más fama dio al maestro, en un momento en el que ya estaba consolidado en su ciudad como un pintor de prestigio. Castillo practica en este momento un naturalismo decidido, como consecuencia de todo su aprendizaje y experiencia pictórica anterior y, a partir de ahora, que goza de reconocimiento público, serán numerosos los encargos que reciba. Sus obras de este periodo destacan por el equilibrio y simetría de sus composiciones, de carácter frontal, y por el uso de una pincelada lisa y bien acabada con la que modela las figuras.