Uno de los productos más atractivos de Cataluña es el calçot, una variedad de cebollas tiernas propias de la población del Valls, en Tarragona. En torno a él se preparan las tradicionales calçotadas, en las que se asan en sarmientos con llama viva y se acaban de cocinar con su propio calor, envueltos en papel de periódico. A la hora de tomarlos, se retiran las primeras capas y se untan en salvitxada o salsa de romesco, una de las grandes creaciones de la cocina catalana. A finales del invierno y principios de primavera, se organiza una verdadera fiesta en torno a este ritual gastronómico.